Baja autoestima en hijos adolescentes

Ventajas e inconvenientes de ser padres permisivos
febrero 15, 2021
Sedentarismo y depresión
abril 15, 2021

Baja autoestima en hijos adolescentes

La adolescencia es una época complicada. Es tiempo de muchos cambios en la vida de cualquier niño que debe comenzar a preparar esa fase previa a ser adulto y maduro. En medio de ese ir y venir de cosas nuevas se encuentran los cambios físicos que experimenta el cuerpo, las primeras relaciones personales, la presión en un nivel más difícil de exigencia estudiantil, cambios en el círculo de amistades… Son muchos los factores que se hallan en danza y, por lo tanto, muchas las razones por las que, una mala gestión de todos ellos, puede provocar baja autoestima en los adolescentes.

Como padres, es normal que queramos ayudar a nuestros hijos a superar esa fase. En su momento, nosotros también la vivimos y es predecible que, aunque seguramente nos molestó in situ que nuestros propios progenitores se inmiscuyeran en ello; ahora, queremos hacer lo mismo para mostrarles ese apoyo incondicional que tienen. El problema de todo esto no es ofrecerse, es no saber cómo hacerlo. Es por esta razón que hoy, en este nuevo artículo en Psicólogos Tortosa, queremos daros algunos consejos para que el devenir de esta etapa sea un poco más fácil para todos.

La autoestima en la adolescencia

Como decíamos, en la adolescencia, se presentan multitud de experiencias en la vida de todo joven que implican cambios. Estos pueden afectar al comportamiento y a la actitud de nuestros hijos. Uno de los problemas más comunes tiene que ver con la autoestima.

Especialmente, cuando ésta es baja y hay falta de confianza en sí mismos. Normalmente, si su autoestima es alta no debemos sufrir tanto por las consecuencias de ésta. Una dosis positiva de autoestima les permite encontrarse bien emocionalmente, dedicar tiempo satisfactorio a sus estudios y sacar buenas notas, entenderse con las personas que les rodean sin ocasionar conflictos, o mostrar gran seguridad en toda la toma de decisiones importantes que atañen a esta época.

Por el contrario, si su autoestima es baja, podéis imaginar que las situaciones descritas en el párrafo anterior se dan, totalmente al revés: problemas emocionales o mentales, comportamientos decadentes, malas actitudes, pésimo rendimiento escolar, ensimismamiento en uno mismo y falta de relaciones sociales, toma de decisiones desafortunadas, etc.

Un caso extremo de esta tendencia llega cuando el adolescente, además de por todos los agentes externos, se siente incomprendido en su propio hogar. Nada ni nadie puede comprenderlo ni, según ellos mismos, nunca llegará a hacerlo, por lo que se ve incapaz de superar esa situación y llega a autolesionarse para acabar, incluso, con su vida.

Motivos de una baja autoestima en adolescentes

No podemos permitir que las aguas lleguen a dicho cauce. Frenar la percepción que nuestros hijos tienen de sí mismos es vital para evitar alcanzar esos extremos. Hacerlo es posible, pero hay que saber que, aunque la baja autoestima se haga visible durante la adolescencia, en realidad, ésta empieza a gestarse mucho antes, durante la niñez. Y es, precisamente entonces, cuando debemos prestar atención a los factores que ocasionan el inicio y posterior desarrollo de la problemática:

– Ausencia parental: padres que pasan poco tiempo en casa y se despreocupan de las propias preocupaciones del niño (su vida, el colegio, las amistades…).

– Lenguaje negativo: todos nos equivocamos, todos somos humanos; pero si tratamos y tildamos a nuestros hijos de inútiles, no esperemos que la confianza en sí mismos sea positiva.

– Un referente: un entorno familiar problemático (alcohol, drogas…) es otro factor a tener en cuenta.

Malas compañías: son ellos quienes eligen a sus amigos, pero nosotros también podemos analizar si esos amigos son, realmente, o no, buenos compañeros e influentes para nuestros hijos. Sentir presión por dar la talla y encajar, ser menospreciado y utilizado, que se burlen de él/ella… Todos estos comportamientos negativos pueden ir calando en el niño y futuro adolescente, destruyendo por completo su autoestima.

Expectativas: no las de nuestros hijos. Ellos pueden ponerse sus propias metas y fracasar para luego ponérselas de nuevo y afrontarlas de otro modo. El problema nace de aquello que todo padre quiere y espera para su hijo. Seguro, en muchos casos, no hay maldad en ello, porque buscamos los mejor, pero la presión y responsabilidad que sienten, en ese fracaso, es demasiado grande.

– Apariencia: decíamos que uno de los principales cambios que se da en la adolescencia es el físico. Especialmente, más normal entre las chicas, no verse en el espejo como otras a las que idolatran, incluso niñas de su edad que por cuestiones genéticas quizás ya han comenzado a desarrollarse, sobrepeso… Este es el caso más común de baja autoestima. Un estudio ha determinado que más del 50% de las niñas no está feliz con su cuerpo.

Signos e indicios

Puede que tu hijo/a esté pasando por este momento de baja autoestima y tú no te estés dando ni cuenta. Algunos de los signos e indicios que alertan y evidencian que nuestros pequeños no pasan por su mejor momento son:

– Evitar situaciones sociales que impliquen relacionarse.

– Rehuir la mirada por sentir vergüenza, inferioridad o miedo a conectar.

– Tener un vocabulario negativo sobre sí mismo.

– Intentar pasar desapercibido (no hablar, moverse sigilosamente, cabizbajo…).

– Hablar demasiado alto y agresivo. Esta táctica causa el resultado contrario, en un intento por hacerse notar y destacar, sus malas formas llevan al rechazo.

– Miedo al contacto físico.

– Disculparse constantemente.

Cómo prestarles nuestra ayuda 

Cada adolescente es un mundo y, como habéis visto, son muchos los factores que inciden en la proyección de esa baja autoestima. Según como lo abordemos, podemos salir peor parados, por ello, lo primero que debemos hacer es acercarnos de manera sutil, en la que no causemos incomodidad o agresividad por su parte. Siempre es bueno aprovechar momentos oportunos en los que veamos que parece mucho más alcanzable: salir a comer o cenar fuera, una tarde de compras o en el cine…

Y una vez propiciemos ese entorno agradable, no vayáis directos al grano. Hay que comenzar rompiendo el hielo con temas menos incisivos y, poco a poco, allanar el terreno para abordar cuestiones más concisas y comprometidas cuando se sientan seguros y confiables.

Cuando hayáis conseguido que se suelten y si se abren de verdad, mostradles que todos esos miedos que enfrentan a los cambios y exigencias que les vienen encima no son un imposible. Suponen cierta dificultad, pero, incluso poniendo ejemplos propios, podéis demostrarles que la vida plantea a todas las personas dificultades y que, a partir de ellas hay que tomar decisiones. A veces, serán más o menos acertadas, pero aun y equivocarse, eso no hace más que enseñarles a no volver a cometer ese error. Nosotros mismos los tuvimos a su edad y los superamos para llegar a ser hoy sus padres y, ¿tan mal no nos ha ido, verdad?

Recordadles todo lo que valoráis de él/ella y todo lo que hace bien, es la mejor forma de que su autoestima se vea reforzada y animadlos a seguir sin temor. Quien no arriesga, no gana.

Rutinas de este tipo, que nutran la confianza de vuestros hijos, deben convertirse en algo frecuente, especialmente en esta etapa de su desarrollo y convertidlo en algo que os enriquezca a todos y os haga disfrutar de tiempo juntos.